martes, 16 de diciembre de 2008

Conjetura de Goldbach.


La conjetura de Goldbach es uno de los problemas abiertos más antiguos en matemáticas. Su enunciado es el siguiente:
Todo número par mayor que 2 puede escribirse como suma de dos números primos.

(Se puede emplear dos veces el mismo número primo)

Por ejemplo,

4 \ = 2+2\;
6 \ = 3+3\;
8 \ = 3+5\;
10 \ = 3+7\;
12 \ = 5+7\;
14 \ = 3+11\;
Esta conjetura ha sido investigada por muchos teóricos de números y ha sido comprobada por ordenadores para todos los números pares menores que 2×1016. La mayor parte de los matemáticos cree que la conjetura es cierta, y se basan mayormente en las consideraciones estadísticas sobre la distribución probabilística de los números primos en el conjunto de los números naturales: cuanto mayor sea el número entero par, se hace más "probable" que pueda ser escrito como suma de dos números primos.

Pero hasta ahora nadie la ha demostrado matematicamente, ¿Lo conseguira alguien o seguira siendo uno de los mayores problemas matematicos de toda la historia?

Parodia Kingdom hearts 3, Capitulo 1


CAP 1: El amanecer de un nuevo dia

Nuestros amigos derrotaron a la poderosa organizacion XIII y abrieron la puerta a la luz desde el reino de la oscuridad. Ahora viven tranquilos otra vez en su pequeñas islas del destino.
Riku: Que sora, eres el mas debilucho que he visto en años
Sora: Pues anda que tu, con esos pelos que me llevas
Riku: Ya esta te vas a enterar, te voy a meter la paliza del siglo
Sora: Vamos, ven aqui, te voy a arrancar los pelos de la cabeza a bocados
Los dos empezaron a luchar rodando por la arena.
Kairi: Otra vez..., no se aburren, siempre igual.
Selphie: Pues a mi me ponen ver dos tios peleandose.
Kairi: sisisi, a mi tambien (mientras se alejaba de ella)
Selphie: Eh ¿a donde vas kairi?, esperame
Kairi: Buaaah, me persigue una locaaaa.
Riku y sora dejaron de matarse a palos y empezaron a hablar:
Sora: Te has llevado tu merecido
Riku: Pues anda que tu, ¿ye has mirado como llevas los pelos y la ropa?
Sora: No voy a picar en ese viejo truco, en cuanto mire para abajo de esta manera...(collejon) Aaaaghh! siempre igual
Riku: que cortito que eres sora...
Sora: Sere corto pero por alli he visto a kairi en bolas
Riku: ¿donde?¿donde? y salio corriendo
Sora: jejeje y luego soy yo el corto
Se hizo de noche y sora y riku se sentaron en el arbol que da las frutas paopao
Riku: Bueno sora, esto empieza a aburrirme, tendremos que salir de esta isla ya
Sora: La ultima vez que dijistes eso acabamos cada uno en diferentes mundos y con mas de 2 años para volver a vernos
Kairi: Soraaa, rikuuu mirad!
Sora y riku saltaron del arbol se asomaron y kairi le enseño una botella con un mensaje en el interior:
Riku: Es del rey
Sora: corre abrela

Lyend, Capítulo 1.


1

La muerte del rey

1134, Arcadia.

Aselus corría por encima de las pequeñas casas que se situaban uno al lado de otra formando una enorme hilera de residencias. Era como una diminuta sombra, nadie lo veía saltar de casa en casa, pasaba inadvertido ante la cantidad de personas que andaban en la calle, la noche le ayudaba a que nadie le viera y su agilidad lo hacia prácticamente invisible.

Cuando llegó a la última casa se agachó y se quedó de rodillas mirando a dos hombres vestidos con grandes armaduras y pequeños cascos que se escondían en un pequeño callejón alejado de las miradas de cualquier ciudadano. Los hombres no se dieron cuenta de que Aselus llevaba bastante tiempo observándoles y uno de ellos comenzó a hablar:

-No creo que lo mas oportuno sea atacar al rey -dijo el hombre mas alto mientras tragaba saliva-, las cosas están muy feas, seguro que si mañana aparece el rey muerto le echaran todas las culpas a la orden.

-Eso es imposible -contestó rápidamente el otro hombre-, poca gente conoce a la orden y nadie pensará que vamos a estar sumidos en el escándalo del rey.

-Pero si esta información se filtra y se enteran de que vamos a matar al rey, la orden desaparecerá para siempre y nosotros sabemos lo grave que resultaría que eso sucediera.

-No te preocupes Yexvon, cuando mañana todo el mundo se entere de la muerte del rey, a nadie se le ocurrirá pensar en la orden.

Al escuchar el nombre de Yexvon, Aselus sacó de su túnica un pequeño pergamino arrugado, le quitó el envoltorio y lo abrió lentamente, se podía leer en grande el nombre de Yexvon y abajo una pequeña foto suya, al lado había una inscripción en la que ponía:

Buscado por pertenecer a la orden de Arcadia.

Aselus guardó el pergamino en su túnica, se alzó lentamente y se quitó la capucha. Yexvon y su amigo se dieron cuenta de que una figura se movió en la casa que tenían al lado suyo. De repente la figura se abalanzó hacia ellos, Yexvon intentó girarse para salir corriendo pero se hizo un lío con sus piernas y calló de espaldas, en cambio su compañero desenvainó una espada con gran arte.

-Yexvon-dijo Aselus mientras se acercaba lentamente-, Ha llegado tu hora.

-Atrás, no te acerques o sentirás el dolor del frío acero.

Aselus ni siquiera hizo caso a las palabras del hombre y siguió caminando lentamente hacia Yexvon. Su amigo fue directamente a atacar a Aselus pero éste con un frío movimiento de un cuchillo que llevaba bajo la manga le dejó un agujero en el estomago que sangraba a borbotones. Al ver semejante destreza con las armas Yexvon comprendió que quizás esto sería lo último que vería.

-Ha llegado tu hora-repitió Aselus mientras lo miraba cara a cara.

-¿Quién te ha enviado?-replicó Yexvon mientras se incorporaba en el mismo sitio donde antes se había caído.

-Dios-contestó Aselus con firmeza.

Antes de que Yexvon pudiera contestar ante semejante respuesta, Aselus desenvainó su espada y se la clavó en el pecho, Yexvon intentó articular alguna palabra pero no le dio tiempo y su espalda se estampó contra el suelo produciendo un sonido hueco que nadie escuchó. Aselus se acercó al inerte cuerpo de Yexvon y rebuscó en sus bolsillos en busca de algo de valor que mas tarde pudiese canjear en el mercado negro pero ante su asombro lo único que encontró fue un pequeño cubo de madera que parecía contener algo dentro.

Aselus intentó abrirlo de diferentes maneras pero no logró abrirlo de ninguna de las maneras, lo volvió a intentar con la espada pero por el miedo de romper lo que tuviese dentro se lo guardó en el bolsillo de la túnica junto al pergamino.

Con un ágil movimiento, Aselus volvió a subirse en una de las casas y se puso la capucha. Cada vez mas se alejaba de aquel callejón en donde había asesinado a 2 personas pero el no pensaba en eso, su mente solo se centraba en la recompensa que recibiría al haber dejado fuera de la orden a 2 personas mas, y una de suerte ya que nunca esperaría encontrarse una pequeña reunión de la orden sin los habituales guardaespaldas que estaba acostumbrado a ver en casi todo los sitios.

Pero no solo eso sino que también había logrado enterarse de una primicia que aumentaría considerablemente la recompensa y le ayudaría a dejar de trabajar durante unos meses. Estaba llegando al final de su recorrido cuando escuchó un fuerte grito provinente de la calle que se encontraba debajo de las casas:

-¡Socorro! –gritaba una mujer mientras intentaba escapar de una figura alta y portentosa con una gran túnica y una capucha en la parte superior la cual hacía que fuera imposible de reconocer.

Aselus se giró rápidamente y sin pensárselo dos veces saltó hacia la pequeña calle, mientras caía desenvainó su espada y una vez alcanzado el suelo salió corriendo hacia la persona que intentaba atacar a aquella indefensa mujer.

Mientras corría, la extraña figura notó la presencia de Aselus y se giró repentinamente, ante este inusual movimiento, Aselus tuvo que frenarse de golpe para no estrellarse contra el.

-¿Por qué me persigues? – Le preguntó mientras se acercaba a el lentamente.

-Acaso no estabas persiguiendo a esa mujer –Respondió Aselus con un tono de superioridad.

-Eso no son tus asuntos Aselus.

Aselus sintió una enorme punzada en el estómago al escuchar su nombre saliendo de una persona la cual el no había visto nunca. Pensó que ya no le hacía falta llevar la capucha puesto que su rival ya le conocía.

-Puesto que yo me he quitado la capucha, espero que tu también lo hagas –Dijo Aselus mientras esperaba un movimiento de esa extraña persona.

-No me conoces Aselus, sería inútil enseñarte mi cara mas si yo lo hiciese tendría que matarte –Contestó mientras colocaba su mano izquierda en la empuñadura de su espada.

-Vale, sino me enseñas tu cara por las buenas, pues me la enseñarás por las malas –Dijo Aselus mientras se abalanzaba contra su rival. Con un gran gesto Aselus alzó la espado y atacó a su contrincante, éste sin apenas molestarse esquivó el ataque de Aselus.

-Al menos dime como te llamas –Insinuó Aselus.

-Puedes llamarme Agio.

-Esta bien –Dijo Aselus -, Sino me dices tu verdadero nombre, morirás.

Aselus corrió hacia el sin pensárselo pero Agio con un frío movimiento salto por encima de Aselus y calló detrás de el. Aselus se dio la vuelta pero ya era tarde, la espada de Agio se le había clavado en el estómago y un fuerte dolor le obligó a tirarse al suelo de rodillas. Agio se acercó lentamente y le quitó la espada de su cuerpo provocando que un gran chorro de sangre saliese despedido hacia el suelo.

-Tienes suerte Aselus, el estómago no ha quedado muy dañado pero te costará recuperarte, lo mejor es que guardes reposo y ni se te ocurra volverte a entrometer en mi camino porque te saldrá realmente caro –Explicó Agio.

-¿Quién coño eres…?-Preguntó Aselus débilmente.

Agio se giró sin hacer caso a la pregunta de Aselus, guardó su espada en la funda de color dorado que llevaba en la cintura y salió corriendo por el camino en el que antes una mujer había salido corriendo aprovechando la pelea entre Aselus y él.

La noche estaba en su punto más oscuro y nadie pasaba por ese camino donde Aselus yacía tumbado en el frío suelo de piedra. Por su mente solo pasaban preguntas acerca de ese extraño que se hacía llamar Agio pero otras cuestiones más grandes comenzaron a hacerle sombra, el temor de que la orden asesinara al rey cobró fuerza y ahora más que nunca Aselus intentó levantarse del suelo pero sus esfuerzos no dieron fruto y solo consiguió desangrarse aun mas y comenzar a marearse. El sabía que esta noche matarían al rey y no podía hacer nada para evitarlo, cada vez que intentaba levantarse un dolor agudo entraba en su estómago y ni siquiera la improvisada venda que había hecho cogiendo un trozo de su túnica podía parar la hemorragia. La herida estaba aun peor y la noche cada vez enfriaba mas, su vida corría peligro seriamente pero la mente de Aselus se alejaba de todo eso, solamente estaba fija en el rey de Arcadia y el destino que correría ésta si el rey falleciera.

Poco a poco el dolor iba desapareciendo a la vez que el sol salía por el este de Arcadia produciendo que los primeros rayos de luz pasaran a través de las pequeñas calles que hacían de Arcadia un gran laberinto inexpugnable para cualquier ejercito que se atreviese a entrar en la fortaleza en que se había convertido la ciudad de Arcadia. Los primeros cantares de los gallos resonaron en toda la ciudad y lentamente las calles se iban llenando de ciudadanos que se disponían a ir a trabajar por lo que dentro de poco la calle en la que se encontraba Aselus se llenaría de Arcadianos.

Cerca de esa pequeña calle se escuchó un fuerte ruido de unos cristales estrellándose contra el suelo y enseguida un perro pasó velozmente al lado de Aselus, segundos mas tarde se escuchaba el ruido de una puerta abrirse de golpe y un pequeño niño salió de la casa que tenía los cristales rotos.

-¡Nesta!-Gritaba el joven a la vez que se acercaba a la calle donde estaba Aselus, -¡Nesta!

El niño seguía gritando y acercándose a Aselus, cuando giró la última esquina se quedo extrañado al encontrarse algo raro en aquella calle, un charco de sangre se situaba en mitad de la calle, el niño ante su asombro salió corriendo hacia allí dispuesto a encontrar cualquier cosa que pudiera reconocer que había habido allí antes de su llegada, mientras investigaba encontró un pequeño cubo de madera manchado de sangre que sin temor recogió rápidamente y salió corriendo de aquella calle mientras gritaba uno y otra vez el nombre de su perro.

Aselus estaba saltando de casa en casa tan rápido como su herida le permitía, su mano derecha apretaba fuertemente el vendaje que llevaba en el estomago, todavía recordaba la noche que había pasado tumbado en el suelo de aquella calle y como en el último momento había conseguido que aquel niño que buscaba a su perro no se hubiese dado cuenta de que yacía en aquella calle. Su mente se alejó de eso y empezaba a centrarse en si se había cometido el asesinato al rey asi que se dirigió rápidamente hacia el castillo de Arcadia.

No tardó mucho en llegar y al hacerlo entró rápidamente al castillo sin hacer caso a los guardias que rodeaban el perímetro ni a aquellas personas que lo veían herido e intentaban ayudarle, no se paró con ninguna persona y siguió corriendo hacia la sala del trono, cuando se estaba acercando a ella varios guardias se abalanzaron sobre él pero Aselus con un fuerza sobrehumana logró librarse de varios de ellos y alcanzar la puerta de la sala del trono, con otro esfuerzo logró abrir la puerta de un golpe certero y seco produciendo un sonido muy fuerte que hizo resonar todo el castillo.

Consiguió ver la figura de una persona alta y rubia, pero no logró distinguir nada mas, cada vez veía más borroso y una sensación de mareo le sacudió todo el cuerpo, sus piernas comenzaron a flaquear junto con sus brazos que cayeron desplomados al suelo haciendo que Aselus cayese de golpe, un séquito de soldados se acercaron para detenerle por el escándalo que estaba provocando pero el dolor que sentía Aselus en el estomago creció rápidamente haciendo que perdiera el conocimiento y su cabeza se desplomase en el suelo, sus parpados cubrieron sus ojos desorientados.